La historia de la Fundación Pascual Bravo está cimentada en la necesidad de apoyar a la Institución Universitaria que lleva su nombre y desde ahí a la comunidad.

Hace una década, cuando la Fundación Pascual Bravo empezó sus labores, había una intención que se ha mantenido en el tiempo: proyectar más a la Institución Universitaria Pascual Bravo hacia la comunidad y desde esta nueva organización realizar una gestión que le permitiera conseguir los recursos para cumplir ese propósito.

Al menos así lo recuerda el arquitecto Juan Guillermo Jaramillo Correa, el primer director de la Fundación, quien ahora desde la Junta Directiva considera que ese deseo se concreta en la actualidad, cuando la organización felizmente celebra su primera década.

“Es la concreción de una aspiración que tenía la institución de tener un organismo que le ayudara a prestar un servicio a la comunidad y a tener unos excedentes que le permitieran contribuir con actividades que la institución consideraba muy importantes y para las cuales no tenía recursos suficientes. Ha sido una experiencia muy importante, tanto para el Pascual Bravo como para la propia Fundación, por la experiencia que ha adquirido en este tiempo”, expresa.

Se trata de un trabajo que lleva la impronta de la calidad en la prestación de servicios, que se ha traducido en que diversos municipios, especialmente Medellín, mantengan su interés en que sea la Fundación la que asuma varias de sus actividades, como el manejo de personal.

“Veo a la Fundación con una gran posibilidad de mejorar su capacidad de operación porque lo que ha aprendido en este periodo le va a servir para expandir su capacidad de prestar servicios en las áreas en las que lo ha venido haciendo hasta el momento”, Juan Guillermo Jaramillo Correa, exdirector y miembro de Junta Directiva de la Fundación Pascual Bravo.

“La Fundación cumple su misión y la mantiene a cabalidad en el desarrollo de cada uno de sus proyectos y contratos. Pienso que en cada uno de estos diez años se ha consolidado la ejecución de una calidad y una experticia donde ha demostrado que cada día va mejorando su quehacer, su desempeño y esto hace que hoy sea una entidad muy consolidada y muy visible para la comunidad por su gran calidad”, destaca Ruby Monsalve Herrera, directora general de la Fundación Pascual Bravo.

El otro aporte esencial ha sido para la I. U. Pascual Bravo, que gracias a los recursos que la Fundación ha gestionado estos diez años, recibe donaciones que requiere para seguir desarrollando su quehacer misional.

De acuerdo con el miembro de Junta Directiva, dicha gestión se ha fortalecido con los años y gracias al direccionamiento que le continuó tras su retiro. «Creo que la doctora Ruby ha sido sin duda un motor sumamente importante. La junta directiva ha sido un apoyo para ella, pero fundamentalmente es la directora la que jalona la entidad».

“Estos diez años significan la combinación de un sueño que se tuvo en el inicio de tener una institución, una entidad que apoyara la gestión de la Institución Universitaria Pascual Bravo, entonces significa la consolidación del ejercicio que venimos haciendo y que gracias a Dios estamos cumpliendo”, Ruby Monsalve Herrera, directora de la Fundación Pascual Bravo.

Precisamente, de dicha gestión resalta también que los empleados de la Fundación han crecido con esta, porque se capacitan y mejoran su calidad de vida.

Por su parte, la directora Monsalve Herrera resalta los valores que mueven el actuar institucional en el día a día y que se han convertido en su sello. “Nosotros trabajamos con transparencia, con equidad, con respeto, con un gran sentido de pertenencia. También, la calidad, la experticia, la idoneidad con la que nosotros realizamos los proyectos, y el esmero y la dedicación que asumimos”.

Son precisamente esas cualidades las que marcan la ruta a seguir después de esta primera década, a partir de la cual también esperan seguir proyectando su gestión hacia todo el país y en el exterior.